¿Es sano querer tener la razón?


¿Quién tiene la razón completa?


Hola, bienvenido a esta entrada, es una herramienta muy valiosa para el buen vivir y se encuentra estrechamente relacionada con las otras que menciono en mi libro, El libro bajo el brazo , y que por su importancia me he permitido compartirla contigo.


NO CODICIAR O QUERER TENER LA RAZÓN SIEMPRE

Querer tener la razón siempre y a costa de todo y de todos, inclusive hasta de nosotros mismos, nunca puede traer felicidad, paz, ni satisfacción completa.

De hecho, nunca resulta ser total ni verdadera la satisfacción que podamos sentir porque debemos colocarnos en posición mental y emocional negativa para justificarla y defenderla. Además, es uno de los ingredientes principales para juzgar y criticar.

 Es frecuente que codiciemos algo, de tal manera, que hasta podemos perder la proporción de nuestra realidad y entorno y actuar sin conciencia, y es cuando se usa cualquier medio y razón que la justifique, pero con él, también nace la justificación para juzgar y criticar.

Y es así que normalmente perdemos el equilibrio a pedazos, aunque parezca que ganamos. Querer tener la razón es la materia prima del ego. Si se la entregamos, absorverá nuestra atención y energía positiva, colocará un velo ante la verdad, y nos manejará como a marionetas, -mental y emocionalmente-, para juzgar, criticar y demás alimañas emocionales negativas que lo hacen más grande.

No puedo decir que nos maneja como a niños, pues los niños se manejan emocionalmente mucho mejor que los adultos, ya que lo hacen desde el corazón, aunque tengamos la tendencia de confundir a sus pequeños cuerpos con su enorme corazón, siendo que su espontánea ternura, y destellos de sabiduría, es lo que nos mueve a nosotros y a nuestro entorno, pero siempre desde su corazón, en equilibrio.

Aferrarse, es decir, querer tener la razón o parte de ella, es someter a nuestra libertad emocional y seguir aferrados a los hábitos o vicios de juzgar, criticar, de imponernos a los otros aunque sintámos sufrimiento, pues estamos acostubrados a negarnos a vivir en paz y con felicidad, y la oportunidad de buscar y lograr ver la verdad misma que hay en el equilibrio, y lo bueno en los otros, y de ir en busca de lo bueno, bello y cierto.

Me viene a la mente una graciosa actitud de un perro que se encontrava echado sobre el piso en el que había un clavo de fuera, y cada vez que se movía, se quejaba, pero no quería esforzace ni abandonar la comodidad que le daba estar cerca del fuego, aunque sintiera cierto e incomodo dolor, mismo que aprendió a soportar antes que cambiar de posición.

Nosotros vamos actuando así por la vida, por creer estar seguros de tener la razón completa, para sí o para otros, aún cuando haya dudas de que lo sea, pero es defendida y se actúa como si así fuera. Actuar sobre la mentira es someter a nuestra emoción y conciencia a ella.

Nadie puede tener la razón completa

La historia de cada experiencia, como una moneda, tiene 3 caras en realidad, las dos caras opuestas son las que cada parte ve desde su perspectiva, intereses y consciencia. Y la tercer cara es la verdad, la que está en el centro –o canto-, que es neutral, pero pocos intelectos y conciencias ceden para reconocer que existe aunque la estén viendo o intuyan, y prefieren seguir aceptando solo la exitencia obsoluta de su versión, y hasta pueden seguir sosteniendo que la moneda solo tiene dos caras.

El tirángulo, tiene 3 caras y no podemos negar la existencia de la cara de abajo y decir que tiene dos solo por el hecho de que son las más evidentes o visibles. Sin embargo, ambas se sostienen en la cara de abajo desde sus extremos para elevarse y conincidir en el centro, lo neutro, lo elevado, la verdad.

Mediante el uso de las herramientas y de las verdades verificadas, podemos decidir con sabiduría simple y fluida, desde una mente en paz, dispuesta, que nos permite ver las cosas desde el centro, desde el equilibrio -canto-, desde donde es mucho más fácil distinguir la verdad de lo falso o erróneo en ambas caras.

Pero si acaso no existiera duda de que se tiene la razón, entonces habrá que actuar con mesura y valorar si al exigir sea aceptada como la verdad, pueda ser más costoso sostenerla que ceder con sabiduría y no imponerla solo por el ego de obtener el reconocimiento.

Aunque hay ocasiones en que habrá que defenderla con uñas y dientes, si es necesario. Pero solo se pude decidir así desde una mente en paz.

Aunque seamos injustamente dañados a causa de cualesquier agravio, propio o ajeno, si queremos paz y convivir en armonía, debemos abandonar la comodidad de querer y creer tener la razón completa o parte de ella ante a lo que vivamos, para poder entrar en la refrescante y sabia aceptción, tanto de nosotros mismos, de las personas, así como de las circunstancias tal cual sucedan.

Es aún más deseable pensar y actuar así, cuando lo que se busca es demostrar tener la razón según nuestras creencias o principios extremos, ya sea por vanidad, fanatismo, orgullo, vergüenza o simplemente por obtener aprobación, o aceptación delos otros. Y no se diga si carece de sentido o beneficio común exigir tener la razón.

¿Es cobardía ceder?

Desde luego que no, la prudencia es recomendada en ciertos casos que, a tu criterio, resultará mucho mejor alejarse para conservar la armonía y la paz, y en ocaciones la propia seguridad física o la de los otros.

Renunciar a tener la razón no es cobardía, no es renunciar a lo que en buena lid hemos ganado, sino a no sacrificar lo más importante, y hasta la vida misma, por tal de que otros no se salgan con la suya. Me vino al recuerdo una sabiduría budista.

“Ignora el tono insultante,
rechaza el golpe provocador, y
huye siempre de la amenaza del necio. El jabalí y el tigre huyen de sí mismos porque reconocen su poder, y no es cobardía, es amor a la vida.”

Sabiduría Budista

El orgullo y la vergüenza en acción, es el ego tomando el gobierno de nuestra mente y emociones, y gozando al vernos abandonar a nuestra sabiduría.

Para eso están las leyes y los tribunales de ser necesarios, pero se debe valorar antes las consecuencias y el costo final, y así decidir sí coservar la razón lo vale, o la prudencia nos dicta ceder y hasta perder algo merecido aunque se tenga la razón legal y moral, para mantener la paz y la sabiduría que nos fortalecerá interiormente y mantendrá en equilibrio, desprecienado así el continuar siendo marioneta mental y emocional de las circunstancias.

¿Ceder cuando es prudente o seguir padeciendo?

Debemos abandonar la creencia fanática de que al actuar con sabiduría somos cobardes, de ninguna manera. El panteón está lleno de personas que prefirieron demostrar a otros que no lo eran, o por vergüenza, o para darles gusto a cambio de un cacahuate, es decir, un alago, reconocimiento o una palmadita de aprobación en el hombro que iría directo a las fauces del ego. Pero ninguno fue valiente, pues de haberlo sido se hubieran enfrentado primero a su ego para luego decidir con sabiduría ante la circunstncia, y así haber respetado el altísimo valor de la vida con dignidad y verdadero honor.

Para tener valentía, se debe preferir ir en busca de la armonía y hacer lo que es bueno, bello y cierto para nosotros y los otros, apoyándose siempre en las herramientas, no hay otra manera más fácil, lo cual nos ayudará en nuestro noble propósito de dejar de juzgar y criticar.


 


 

¡Te espero en la próxima entrada conde seguiré hablando de las Herramientas del buen vivir. 

Si te inspira un comentario este trabajo o quieres sugerir algún tema, me dará gusto leerlo. Por favor hazlo aquí abajo.


 

Lectura recomendada: “La sabiduría del eneagrama”

 

¡Hasta la próxima!


 

(*) En mi libro intitulado – El libro bajo el brazo – , explico el proceso ampliamente.

Esta información es posible que no se aplique a todos, pues es una visión general, aunque auténtica. Se le sugiere que hable con su médico de familia y constatar si se aplica a usted y para obtener más información de este tema.

 

 

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Francisco Lozano

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Soy Francisco Lozano, escritor y autor de El libro bajo el brazo. Aquí conocerás cómo de sustituir, de manera natural, esos sentimientos negativos que contienen las tus experiencias dolorosas, por sentimientos positivos. Por lo tanto, recuperarás el equilibrio que está armonizado entre el pensar, sentir y actuar bien.

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