La crítica es externar un juicio negativo en contra de alguien o algo con la intención de hacer daño. Hacerlo cotidianamente y de acuerdo con alguien más, es peor.
Ésta energía así usada, es desperdiciada y considerada una de las más negativas para el ser humano.
La sabiduría prehispánica le dio un nombre, “Mitote”. Genera un ambiente denso, corrompe el alma, rompe la armonía, despierta emociones negativas y las multiplica, y no solo en quienes las producen sino en el entorno.
Planear e intercambiar opiniones para realizar un proyecto, plan o estrategia para solucionar conflictos, problemas, mejorar algo, crear algo bueno, elegir perfiles laborales, no es criticar, es estimar, razonar o administrar en base a la experiencia y objetivos.
Todo está en la intención.
Lo que daña de la crítica es la energía negativa que se genera con esa mala intención, lo que provoca, lo que se espera, el mal que genera y lo que destruye.
Pues ensucia la imagen de la persona mientras cree que hace un bien, que será aceptada y hasta inteligente, pero solo está siendo usada.
No vivimos ni dejamos vivir.
Y más aún si es basada en difamaciones, rivalidades, orgullo, codicias, etc. que buscan el mal como fin, aunque lo nieguen, finjan dolor al criticar y hasta juren que no es con mala intención, eso es falso, no lo duden, pues si fuera verdad que no tienen intención de dañar, entonces no criticarían y propondían soluciones y opciones .
Nosotros sabemos cuál es la intención que llevan nuestras palabras y aunque sea negado, los demás lo percibimos.
Como podrán confirmar, esto es producto del hombre, no culpemos a nadie más por el daño que recibimos al realizar estos actos.
No dudo que alguno de nosotros conozca o haya conocido a alguna persona que se crea con derecho a estar hablando mal de otros o solo lo malo que cree saber de ellos, hasta de sus propios amigos y familia, (aunque no le conste, solo repiten), y lo hacen para sentirse importantes, aprobadas y aceptadas, tienen muy baja estima.
Es sabido que no todos tenemos la concienca para abordar esta sana tarea, pues sus limitaciones y creencias se los impiden, pero entonces no se quejen ni culpen a otros de las consecuencias de sus actos en sus cuerpos, mente, emociones y entorno.
Es bueno aquí recordar que una de las enormes facultades que tenemos es el uso del albedrío para lograr y mantenernos en la intención sincera y completa ausencia de cualquier crítica o condenación acerca de los errores y fragilidades de nosotros mismos y de los otros.
Solo requerimos aceptar su inutilidad, reconocer el daño que producen, y dedicar nuestra energía para evitarlo, pues requiere de mucho menos esfuerzo que el que usamos para criticar.
Y no solo haríamos un rápido progreso en nuestra conciencia, sino para liberarnos de esas limitaciones a las que nos sometemos por criticar, así como de esos recurrentes pensamientos y sentimientos indeseables que nos hacen sufrir.
Recordar y re-sentir nuestras memorias desagradables, es la principal forma por la cual vienen a nosotros una y otra vez las mismas malas experiencias en nuestras vidas y las cuales son atraídas con las críticas y chismes.
Para que la inarmonía se aleje de nuestras vidas, es necesario que entrenemos para permitir que se alejen todos esos pensamientos, sentimientos y críticas acerca de nuestras imperfecciones y las de los otros.
Para lograr no criticar, resultará de gran utilidad el uso combinado de los instrumentos del buen vivir, como el no juzgar. Y también para lograr definitivamente “perdonar-no juzgar” las ofensas recibidas y con lo cual ya no sostendremos una eterna crítica sobre lo mismo.
Pero debe ser de manera comprometida y persistente hacia toda persona y toda cosa, sin reservarnos en secreto absolutamente nada. De otra manera no podemos librarnos de esas condiciones.
Así, se puede lograr lo que ninguna otra cosa puede hacer para liberarnos de cualquiera de esas cadenas mentales y emocionales que nos animan a la crítica.
“Todos tenemos tendencias y tentaciones inferiores nada recomendables. Y si las dejamos en libertad y practicamos con ellas males mayores, entonces soy responsable. Independientemente de si posterior a ello realicé actos mejores y hasta en bien de la colectividad”.
Emmanuel
Si aprendemos a no criticar y a no juzgar todo lo que llega a nuestra atención, aprenderemos un verdadero perdón y a eliminar poco a poco todos esos procesos tortuosos de crítica y juicio que hemos aprendido.
Al dejar de juzgarlos, perdonamos desde la conciencia y eso atrae progreso, pues ya no tendremos necesidad ni ánimo de criticar.
Cuando logramos dejar de criticar, encontraremos que nuestro mundo se equilibra como por arte de magia y llegará mucho más de toda cosa buena, bella y cierta.
Pero nunca olvidemos que tanto tiempo como recordemos algo con dolor, ira, resentimientos, etc., una injusticia o discordia, no se habrá perdonado ni a la persona, ni a la condición, y se estará en disposición de seguir criticándolos y juzgándolos.
Me permito dejarles en su paladar reflexivo, este bello razonamiento.
“Si no puedes prodigar amor como fueran tus deseos, prodiga en este caso la sublime elocuencia del silencio y del no menor y elocuente alejamiento de todo aquello que pueda constituir un estorbo para el engrandecimiento de tu vida.
Para algunos, el sembrar odio y discordia, es una distracción que les produce placer; esto naturalmente mientras su estado abúlico no les haga ver su insensatez.”
Anónimo.
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(*) En mi libro intitulado – El libro bajo el brazo – , explico el proceso ampliamente.
Esta información es posible que no se aplique a todos, pues es una visión general, aunque auténtica. Se le sugiere que hable con su médico de familia y constatar si se aplica a usted y para obtener más información de este tema.
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